Startups de IA en Silicon Valley adoptan la polémica jornada laboral ‘996’
Empresas tecnológicas estadounidenses exigen 72 horas semanales, imitando un modelo chino criticado por su intensidad. La práctica, asociada a la competencia en inteligencia artificial, genera debate sobre derechos laborales y cultura empresarial.
«O estás dentro o estás fuera»
Startups de Silicon Valley, especialmente en el sector de IA, están adoptando el horario ‘996’: 9 am a 9 pm, seis días a la semana (72 horas). Empresas como Rilla, con 80 empleados, lo aplican como norma. «Es una subcultura creciente en Gen Z, inspirada en figuras como Steve Jobs», afirma Will Gao, responsable de crecimiento de Rilla.
Reclutamiento y condiciones
Algunas compañías filtran candidatos exigiendo aceptación previa del ‘996’. Adrian Kinnersley, experto en reclutamiento, confirma que es un requisito en «múltiples clientes». Ofertas laborales, como las de Rilla, advierten: «No apliques si no te entusiasma trabajar 70+ horas». Incluyen comidas gratuitas incluso los sábados.
Posturas divididas entre fundadores
Mientras CEOs como Amrita Bhasin (Sotira) consideran el ‘996’ «necesario solo para líderes», otras empresas ofrecen incentivos. Fella & Delilah propuso un 25% más de salario y doble equity a quienes lo aceptaran, pero solo el 10% de su plantilla accedió.
De China al mundo: un modelo en expansión
El ‘996’ surgió en China, donde provocó protestas y muertes atribuidas al exceso laboral. Aunque el gobierno chino lo prohibió en 2021, su adopción crece en EE.UU. y Reino Unido. El inversor Harry Stebbings incluso sugiere horarios más extremos (‘007’) para competir con China.
Riesgos legales y «histeria» por la IA
Kinnersley alerta de que muchas startups incumplen leyes laborales de California, epicentro de la IA. «Hay jóvenes inteligentes olvidando los riesgos legales en su fervor por innovar», señala. Pese a las críticas, el dominio ‘996careers.com’ ya está registrado.
¿Hacia una nueva normalidad laboral?
El ‘996’ refleja la presión competitiva en IA, pero su sostenibilidad depende de cambios regulatorios y culturales. Mientras algunos lo ven como un camino al éxito, otros lo cuestionan como un retroceso en derechos laborales.