Startup NetZeroNitrogen propone bacterias para reducir fertilizantes sintéticos
La empresa asegura que su tecnología puede sustituir hasta el 50% de los fertilizantes químicos. La solución, basada en bacterias fijadoras de nitrógeno, busca reducir costes y la contaminación por escorrentía agrícola. Fue presentada este 23 de julio tras una ronda de financiación de 6,6 millones de dólares.
«Un enfoque de francotirador, no de escopeta»
NetZeroNitrogen, fundada por Justin Hughes y Gary Devine, desarrolló cepas bacterianas que se aplican directamente a las semillas. «Las bacterias permiten a la planta obtener nitrógeno del aire, no de químicos», explicó Hughes a TechCrunch. La tecnología, resultado de una década de investigación, no usa modificación genética, lo que facilita su aprobación regulatoria y acceso a mercados orgánicos.
Primer objetivo: el arroz
El primer producto está diseñado para cultivos de arroz, ya que las semillas se remojan antes de plantarlas. «Mezclas las bacterias en el agua y listo», detalló Hughes. La empresa usa fermentadores industriales para producir las cepas, reduciendo costes frente al proceso Haber-Bosch (usado en fertilizantes sintéticos). El objetivo es vender la solución un 30-40% más barata que los fertilizantes tradicionales en Asia.
Financiación y limitaciones
La startup recaudó 6,6 millones de dólares en una ronda liderada por World Fund y Azolla Ventures. Hughes admitió que la tecnología no elimina el 100% del fertilizante sintético, pero garantiza una eficacia del 100% en la proporción que sí reemplaza.
Un problema que ahoga los océanos
Los fertilizantes sintéticos, clave para alimentar a la población global, generan «zonas muertas» en océanos debido a la escorrentía. Estas áreas, con bajos niveles de oxígeno, devastan la vida marina costera. La solución de NetZeroNitrogen apunta a mitigar este impacto ambiental sin comprometer la productividad agrícola.
¿El futuro de los cultivos?
La propuesta de NetZeroNitrogen combina innovación biológica y rentabilidad, aunque su adopción masiva dependerá de pruebas a gran escala. Si cumple sus promesas, podría marcar un antes y después en la agricultura sostenible.