Campamento de desintoxicación digital enfrenta resistencia de adolescentes adictos
El 70% de los participantes son chicos gamers y el 30% chicas obsesionadas con redes sociales. Un programa en EE.UU. cuesta 2.000 dólares semanales y combina terapia con actividades tradicionales. Los jóvenes llegan con graves problemas de comunicación y hábitos destructivos.
«No quieren estar aquí, pero terminan conectándose entre sí»
El director del campamento revela que los adolescentes «no mantienen contacto visual, hablan entre dientes y prefieren comunicarse por mensajes». El programa, con edades entre 13 y 17 años, registró casos extremos: un fugitivo que llegó a la autopista y otro con tres teléfonos escondidos. «Si pueden burlar al sistema, se sienten victoriosos», explica.
Hábitos disruptivos y adaptación forzada
Los campistas llegan con rutinas nocturnas (hasta las 3 AM) y dietas basadas en Doritos y Gatorade. Se les impone horarios estrictos: luces apagadas a las 22:00 y despertar a las 6:30. La convivencia con compañeros de habitación, aunque inicialmente rechazada, genera alianzas espontáneas: «Odian a los padres y a nosotros, así que se unen sin querer».
Actividades y revelaciones financieras
Además de playa y deportes, incluyen clases de alfabetización financiera para alertar sobre el modelo de negocio de las tecnológicas. Algunos adolescentes usaron tarjetas de familiares o amigos para compras en juegos como Fortnite. «No prohibimos la tecnología, pero enseñamos uso consciente», aclara el director.
De la adicción al voluntariado
Aunque inicialmente no esperaban repetidores, algunos excampistas regresan como mentores. Su testimonio ayuda a nuevos participantes: «Yo estuve así el año pasado y salí bien». Pese al rechazo inicial, el programa logra que reconozcan su dependencia digital.
Una generación enganchada a las pantallas
El 50% de adolescentes estadounidenses confiesa estar «casi constantemente» online. Familias y escuelas implementan zonas libres de dispositivos, mientras estos campamentos surgieron como alternativa extrema para combatir adicciones.
¿Funciona el ‘choque de realidad’?
El programa demuestra que romper la dependencia tecnológica requiere intervención estructurada. Los resultados, aunque lentos, muestran cambios en hábitos y conciencia sobre el uso abusivo, según los organizadores.