Exingeniero de OpenAI revela cómo es trabajar en la compañía

Calvin French-Owen, excolaborador de OpenAI, describe el crecimiento acelerado y la cultura caótica de la empresa, destacando desafíos y logros en el desarrollo de Codex.
TechCrunch

Exingeniero de OpenAI revela cómo es trabajar en la compañía

Calvin French-Owen describe el crecimiento acelerado y la cultura «caótica» de la empresa. El excolaborador participó en el desarrollo de Codex, un agente de codificación competidor de herramientas como Claude Code. Renunció para volver a emprender, tras vender su startup Segment por 3.200 millones en 2020.

«Crecimiento récord y caos organizativo»

French-Owen detalló que OpenAI pasó de 1.000 a 3.000 empleados en un año, lo que generó problemas en comunicación, estructura y procesos. «Todo se rompe al escalar así: desde la gestión de equipos hasta el lanzamiento de productos«, escribió. Aunque destacó que los ingenieros conservan autonomía, como en una startup, esto lleva a duplicidad de esfuerzos y código «poco optimizado».

La «magia» de lanzar productos

Relató cómo su equipo de 17 personas desarrolló Codex en solo siete semanas, con jornadas extenuantes. «Nunca vi un producto ganar usuarios tan rápido solo por aparecer en la barra lateral de ChatGPT«, admitió. Pese a los desafíos técnicos, resaltó que los directores trabajan en mejoras.

Entre el secretismo y la hipervigilancia

OpenAI combina una cultura hermética para evitar filtraciones con monitoreo constante de redes. «Un amigo bromeó: ‘esta empresa funciona según los ‘vibes’ de Twitter’«, señaló. Agregó que la compañía reacciona rápido a tendencias virales en X (antes Twitter).

Seguridad: ¿mito o realidad?

Desmintió la crítica de que OpenAI descuida la seguridad. «Hay equipos dedicados a riesgos prácticos: discurso de odio, sesgos políticos o bioarmas», aclaró. Reconoció que, aunque existen investigadores analizando impactos a largo plazo, el foco actual está en los usuarios reales (500 millones en ChatGPT).

De garage a gigante bajo la lupa

OpenAI nació en 2015 como una organización sin fines de lucro, pero su alianza con Microsoft y el éxito de ChatGPT la convirtieron en un actor dominante del sector. Hoy compite con Anthropic, Google y Meta en la carrera por la IA generativa, bajo escrutinio gubernamental y mediático.

Un ecosistema que no duerme

El testimonio refleja los desafíos de escalar una empresa de IA en un mercado hipercompetitivo. Mientras OpenAI ajusta su estructura, su modelo de crecimiento rápido y orientación al producto sigue atrayendo talento y usuarios, pese a las críticas externas.