Filtraciones corporativas revelan el funcionamiento de sistemas chinos de vigilancia
Documentos internos de dos empresas chinas exponen sus operaciones de censura y propaganda. Las filtraciones muestran que estas compañías colaboran con instituciones académicas y compiten por contratos gubernamentales, operando de forma similar a sus homólogas occidentales.
El telón de la censura digital se descorre
Una serie de filtraciones corporativas ha revelado los mecanismos internos de empresas chinas de tecnología. Geedge Networks comercializa una versión del «Gran Cortafuegos» a al menos cuatro países, según documentos internos. Por su parte, los archivos de GoLaxy detallan su trabajo de análisis de redes sociales y generación de materiales de propaganda para entidades gubernamentales chinas.
Estructura empresarial occidentalizada
Ambas empresas mantienen relaciones estrechas con la Academia China de Ciencias (CAS) y compiten activamente por contratos con agencias gubernamentales. Los documentos de GoLaxy muestran que asignaron objetivos de ventas de 42 millones de RMB (5,9 millones de dólares) para 2020, demostrando que su operativa responde a lógicas de mercado.
Raíces académicas, clientes gubernamentales
La industria de vigilancia y propaganda en China está impulsada tanto por fuerzas económicas como por ideología política. Investigadores de la UCLA señalan que las ventas «a menudo parecían estar más motivadas por la lógica de mercado» que por un plan grandioso para hacer el mundo más autoritario. Estas empresas operan con muy poca transparencia, y su trabajo solo sale a la luz cuando documentos internos se filtran a internet.
Un ecosistema opaco pero familiar
El contexto muestra paralelismos con Occidente: empresas que comenzaron como proyectos académicos antes de convertirse en startups que compiten por contratos gubernamentales. La diferencia clave radica en la opacidad del modelo chino, donde estas empresas operan con mucha menos transparencia que sus equivalentes occidentales.
Mercantilización del control digital
Las filtraciones demuestran que los esfuerzos de censura y propaganda deben ser comercializados, financiados y mantenidos. Están moldeados por la lógica de objetivos financieros trimestrales y licitaciones competitivas tanto como por la ideología, excepto que los clientes son gobiernos y los productos pueden controlar o moldear sociedades enteras.