Activistas ocupan la oficina de Brad Smith en Microsoft en protesta por contrato con Israel
El grupo «No Azure para el Apartheid» tomó el edificio y forzó un cierre temporal. La acción, transmitida en directo, incluyó a empleados y ex empleados de la compañía. La protesta se debe a los contratos en la nube de Microsoft con el gobierno israelí.
«No te puedes esconder, apoyas un genocidio»
Activistas irrumpieron en la sede de Microsoft en Redmond el lunes 26 de agosto, accediendo a la oficina del presidente Brad Smith. El grupo transmitió en directo su sentada en Twitch, ondeando pancartas y coreando consignas. Colocaron una citación judicial falsa acusando a Smith de «crímenes contra la humanidad».
Una protesta con antecedentes
La acción incluyó a tanto trabajadores activos de Microsoft como ex empleados despedidos por activismos anteriores. Esta escalada sigue a meses de protestas por los contratos en la nube de la compañía con Israel, que incluyeron recientes arrestos en la sede.
El detonante de la controversia
Una investigación de The Guardian reveló que Israel utiliza los servicios de Microsoft para almacenar datos de millones de llamadas diarias de palestinos en Gaza y Cisjordania. Este hecho es el centro de las críticas de los manifestantes.
Un espejo en el pasado reciente
La táctica de ocupación imita acciones de empleados de Google hace más de un año. En abril de 2024, nueve trabajadores protestaron en oficinas de Nueva York y California, con cinco de ellos ocupando la oficina del CEO de Google Cloud durante nueve horas. Aquel grupo protestaba contra el Proyecto Nimbus, un contrato de 1.200 millones de dólares con Amazon para proveer herramientas de computación en la nube e IA al gobierno y ejército israelí. Tres días después de esas protestas, 28 empleados fueron despedidos.
Un conflicto tecnológico con profundas raíces
La creciente implicación de gigantes tecnológicos en conflictos geopolíticos a través de contratos gubernamentales ha generado un movimiento de protesta interno. Empleados de empresas como Microsoft y Google han organizado acciones para desafiar la ética de estos acuerdos, lo que ha llevado a despidos y a una escalada en las tácticas de manifestación, como las ocupaciones de oficinas ejecutivas.
La presión interna no ceja
El conflicto entre la dirección de las grandes tecnológicas y la disidencia interna de sus plantillas parece intensificarse. Las repercusiones de estas protestas, que ahora incluyen el acceso directo a los espacios de alta dirección, podrían influir en la política de contratación gubernamental de estas empresas y en su relación con sus propios empleados.