Asia lidera el desarrollo de trenes maglev mientras Occidente sufre retrasos
China y Japón dominan la tecnología maglev, con trenes comerciales en operación y proyectos en desarrollo. En cambio, iniciativas en Estados Unidos y Europa enfrentan sobrecostes y cancelaciones.
El dominio asiático en alta velocidad
Asia consolida su liderazgo en transporte ferroviario de ultrarrapidez. Japón inició esta era con los Shinkansen en 1964. China posee ahora dos tercios de la red mundial de alta velocidad. Este éxito precedió a la apuesta por el maglev.
Proyectos emblemáticos en operación
China inauguró la primera línea maglev comercial en Shanghái (2004), con tecnología alemana. Alcanza 431 km/h y une el aeropuerto con el centro en 7,5 minutos. Japón desarrolla su propio tren de levitación magnética superconductora (SCMaglev), que estableció un récord mundial de 603 km/h en 2015.
La física de la levitación
La tecnología utiliza electromagnetismo para levitar y propulsar trenes sin contacto con la vía. Existen dos sistemas principales: Suspensión Electromagnética (EMS), usado en Shanghái, y Suspensión Electrodinámica (EDS), empleado por Japón. Ambos garantizan estabilidad y ausencia de vibraciones.
El contraste occidental: proyectos paralizados
Occidente enfrenta grandes dificultades. El proyecto estrella de California vio su coste escalar de 33.000 a 128.000 millones de dólares. Una línea maglev propuesta entre Washington D.C. y Baltimore fue paralizada indefinidamente en 2025. En Europa, el HS2 británico sufrió sobrecostes y recortes, y Alemania canceló un proyecto en 2008.
Razones de la brecha tecnológica
Tres factores explican la ventaja asiática: priorización nacional e inversión masiva, alta densidad de población que garantiza demanda, y el tratamiento de la alta velocidad como una industria estratégica de exportación. Occidente prioriza el avión y el automóvil, o mejora infraestructuras existentes.
Los límites de la tecnología
El maglev no está exento de desafíos. Su elevado coste de construcción es una barrera principal, como muestra la línea de Shanghái (1.000 millones por 30 km). Además, requiere vías completamente nuevas y enfrenta preocupaciones ambientales, lo que ralentiza su expansión incluso en Asia.
El futuro de la movilidad ultrarrápida
Asia continúa impulsando la innovación. China experimenta con conceptos de tubo de vacío para superar los 600 km/h. Japón planea extender su línea SCMaglev de Tokio a Osaka. La lección para Occidente es clara: se necesita voluntad política, financiación consistente y consenso social para materializar la ingeniería más avanzada.